miércoles, 10 de octubre de 2012

Solo miedo


Un buen amigo y filósofo me preguntó por el miedo. No el del día a día. El de verdad. Él nos dejó su visión en http://novulluntitol.blogspot.com.es/2012/10/what-is-opposite-of-fear.html 

Así que hoy voy a dar miedo. Todo empieza como un mecanismo “natural” de defensa. Un sentimiento que te pone alerta para evitar el peligro. Un sentimiento de que algo anda mal. Un sentimiento de que algo te puede hacer daño.

A veces te grita con urgencia que hagas algo. ¡Corre!¡Salta!¡Huye! Y antes de que te des cuenta tu cerebro está tratando de interpretar lo que tu cuerpo ya ha hecho.

Pero otras veces es peor. Otras veces habla despacio. Al oído. Como un consejero. Ves con cuidado que te puede hacer daño. Se prudente. Vigila. Toma precauciones. Esa sombra parece que se mueve. ¿Qué es ese ruido? Calla y escucha. No se oye nada. Pon más atención. ¡Ahora si! Lo has oído tú también. Ahí hay alguien o algo.

Seguramente no es nada, pero más vale prevenir que curar. Coge algo para defenderte. ¡NO! eso no. Grita entre susurros. No servirá de nada. Mejor esto otro. Si ves algo que se mueve, no te lo pienses. Ataca primero.

En su afán por mantenerte a salvo, te sugiere que quizás eso no sea suficiente. Quizás el escudo no aguante. Busca algo. Algo más duro. Más resistente. No, eso tampoco bastará.

No, definitivamente eso no será suficiente. Es mejor que te alejes. Despacio. Toma distancia en posición de guardia…

 ¡Cuidado! ¡Parece que se acerca!

Ah, no… falsa alarma…

¡Pero ahora sí!

No, tampoco…

Mejor aléjate. Despacio para no hacer ruido. Busca un escondite. ¡No!¡Ahí no! Si mejor ahí. Cierra los ojos y espera a que pase. Acurrúcate. ¡Más!

El miedo, tu consejero, el que te estaba protegiendo del peligro, se adueña de ti. Es etéreo e inmortal. Como una sombra negra el miedo llega hasta tu escondite, se cuela por la rendija y te envuelve. Por más que te acurruques, el miedo traspasa tu piel y aprieta tu corazón.

Cuando tienes miedo sientes el peligro. Imaginas el daño que puedes sufrir. Lo ves. Oyes sus pasos. Sientes las agudas punzadas en el pecho. Sufres la peor de las torturas con solo imaginarla. Se hace real, tan real que no disciernes entre el mundo y tu mente.

Y lo peor de todo es que está en tu mente. Te falta el aire pero no te desmayas. Sientes la puñalada pero no te desangras. El cuerpo aguanta y el sufrimiento se hace eterno.

Hasta que te da un respiro. La niebla se aleja y vuelves a respirar. Pero en el fondo de tu corazón sabes que volverá. Que no puedes hacer nada para evitarlo. Que no puedes esconderte.

Ya tienes el miedo al miedo.

Y la única esperanza que te queda es recordar que, como en el cine, todo es una ilusión.

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