miércoles, 31 de octubre de 2012

No seas tolerante


Nos hemos acostumbrado a decir y a decirnos que hay que ser tolerante. Nos hemos convencido de que la tolerancia buena pero no estoy de acuerdo. La tolerancia es mala, muy mala.

Según la Real Academia Española, tolerar significa:

1. tr. Sufrir, llevar con paciencia.
2. tr. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.
3. tr. Resistir, soportar, especialmente un alimento, o una medicina.
4. tr. Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias

Para empezar, parece que eso de la tolerancia tiene que ver con sufrir y llevarlo con paciencia, con resistir y soportar. No se a ti, pero si a mí me piden que sufra la idea no me gusta mucho. Así que parece que eso de tolerar no es muy bueno para uno mismo.

Pero lo peor viene después, en la segunda acepción. Se entiende tolerar como permitir algo que no se tiene por lícito. Si se trata de tolerar que el vecino te pida que le riegues las plantas, parece algo adecuado, pero eso de tolerar otras razas o otras personas parece más complicado. ¿Quién tiene la capacidad para discernir si algo es lícito o no tratándose de estos temas? ¿Puede una raza no ser lícita? ¿Puede una etnia no ser lícita?

Pero aún iré más allá, el acento de la frase cae sobre “permitir”. Lo cual quiere decir no impedir lo que se pudiera y debiera impedir. ¿Realmente tenemos el poder de impedirlo? ¿Podemos, por derecho y capacidad, impedir que exista otra etnia?

Por último llega esa definición que está tan de moda: respetar otras creencias o prácticas. Ahora me dirás que cuando utilizas la palabra tolerancia te refieres solo a esta acepción. Pero en la lengua, por más que queramos usar uno de los significados de una palabra, el resto de connotaciones matizan cuanto menos el resultado.

Por ello, cuando decimos que somos tolerantes con alguna cosa quiere decir que pudiendo (por capacidad y derecho) y debiendo (por obligación moral) impedirlo, decidimos permitirlo con sufrimiento y paciencia.

Y por ello la palabra tolerar, aún con buena intención, me parece bastante mala ya que tiene muchas implicaciones negativas. Y sin embargo no creo que esté mal usada ya que la mucha de la gente que se dice tolerante, está en efecto siéndolo con todas sus connotaciones.

Pero no es todo malo, la tolerancia forma parte de un camino. Un camino que va desde el ODIO pasando por la INTOLERANCIA para llegar a la ACEPTACIÓN, de ésta pasamos a la INDIFERENCIA y de ésta al AGRADO y al AMOR.
Así pues, el que es tolerante seguramente viene de ser intolerante. Una gran mejora. Y hoy te invito a que sigas ese camino un par de pasos más. Que pases de puntillas por la aceptación (que sigue siendo asumir resignadamente) para llegar por lo menos a la indiferencia. Llegar a un estado en que la cuestión sea irrelevante para ti. Que no te moleste y por tanto no te plantees tolerarla o aceptarla.

Para ello te propongo que cuando pienses en tolerar te preguntes:

  1. 1. ¿Tengo el derecho y la capacidad de impedirlo?
  2. 2. ¿Tengo la responsabilidad o competencia de impedirlo?
  3. 3. ¿Implica un sufrimiento?


Si te respondes que no a las dos primeras seguramente no estés tolerando, estarás aceptando. Así que habla con propiedad.  Si te respondes que no a la última, entonces realmente no sé porque sigues pensando en ello.

Como he dicho, esto es solo la mitad del camino, de ahí aún te queda el agrado y el amor, pero eso ya da para otra entrada.

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