Consejos contra el cabreo (con perdón)

A veces en nuestro día a día nos pasa alguna putada, perdón por la expresión. Una de esas cosas que te fastidia de sobre manera y te agarras un cabreo (con perdón otra vez) de escándalo.

Sin ir más lejos, antes de ayer fui víctima de la absurdez de la tecnología y de la estupidez humana (concretamente la mía): borré todos los contactos del teléfono. “No te preocupes, ves a la copia que tienes guardada y los vuelves a copiar”. Pues no, porqué como todos los españoles, no hago copia de las cosas vaya a ser que pueda recuperarlas en caso de un (habitual) error humano. Así que entré en el proceso de una putada que seguro que conoces.

FASE 1: No, no, no, no: Como si por el hecho de repetirlo fueras a evitar lo que acaba de pasar. Sigue diciéndolo a ver si aparecen los contactos o el café de tu camisa vuelve a la taza. Intentas a la desesperada solucionar el “error” de las formas más estúpidas (juntas las dos partes de lo que has roto como si se fueran a soldar, etc…).

FASE 2: Nooooooooooo: Por fin asumes que ya no hay vuelta atrás. Que el jarrón que se ha caído no se va a recomponer milagrosamente.

FASE 3: Mierdaaaaaa: Suele ir acompañado de las manos en el pelo. Es cuando empiezas a ver las consecuencias de lo que ha pasado y empiezas a explorar la posibilidad de echarle la culpa a otro (pero ves que no).

FASE 4: ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Me _ago en la _uta!!!: Y aquí viene el magnífico momento del cabreo monumental. Esta es la fase en la que mejor que nadie se cruce en tu camino porque se va a llevar una auténtica bronca sin comerlo ni beberlo. Aunque sabes que es tu culpa, seguro que encuentras alguna razón por la que es culpa de otro. “Es que Pepe me ha puesto nervioso con la discusión de antes y por eso he tirado el café dos horas más tarde”. Y otras muchas estupideces.

FASE  5: Pffffff... : Te sientas y te entra todo el bajón… Toda la adrenalina que acabas de soltar se vuelve plomo y te caes como en una depresión. Estás sin fuerzas y sin ganas de nada y todo te da igual.

FASE 6: A ver qué se puede hacer: Por fin empiezas a pensar más racionalmente (aunque un poco alicaíd@) que se puede hacer para arreglarlo y seguir adelante. De esta fase se suele volver a la 5 e incluso a la 3 cuando encuentras nuevas consecuencias de tu catástrofe.

FASE 7: ¿Te acuerdas cuándo…?: Mucho tiempo después ya casi no te acuerdas de lo que pasó. El mundo ha seguido adelante sin explosionar e incluso te ríes y lo cuentas a tus amigos como una buena anécdota que empieza: ¿te acuerdas cuándo…?

Más o menos el proceso suele ser así. Hay gente que cambia la fase 4 por una versión de llanto desconsolado y corrillo de gente alrededor. Pero la esencia es la misma. Está claro que este proceso tiene un desgaste emocional y físico espectacular. Quema y envejece, y si se produce a menudo acabas sintiéndote supercansad@. Por no decir que en la fase 4 puedes perder muchas amistades.

Como esto no genera mucho buen rollo, no nos ayuda mucho a tener suerte ni a ser felices. Así que te voy a proponer unos truquillos sencillos para intentar llegar a la fase 7 sin pasar por las demás.

PASO 1: Controla la reacción

Es lógico que en un primer momento reacciones sin pensar y pases las FASES 1 y 2. Eso de por si no es muy problemático. Pero hay que evitar en medida de lo posible exagerar. Vamos, que no te pases. Si te acostumbras a no exagerar, aunque al principio tengas que controlarte un poco, verás como cada vez te afectan menos estas cosas.

PASO 2: Respira hondo

Para evitar llegar a las fases 3 y 4, que son las realmente peligrosas, hay que seguir el clásico consejo de madre: respira hondo. Parece una tontería, pero si eres capaz de respirar hondo unas pocas veces verás como la rabia inicial se estabiliza un poco. Importante no exagerar en este punto tampoco. Intenta controlarte y no empieces a resoplar como un caballo. Como he dicho, todo lo que exageres irá a más y todo lo que controles irá a menos.

PASO 3: Piensa

Si has conseguido eliminar la primera rabia es el momento de empezar a pensar. A mí me ayudan mucho las siguientes reflexiones:

a)      ¿A mí que más me da? ¿Y yo porqué me pongo así? (by Lina Morgan): Muchas veces nos pillamos rebotes por cosas que ni siquiera nos afectan. Si tu cliente quiere vender paraguas en Marruecos o tu mejor amigo ha vuelto con la estúpida de su novia, eso no te afecta a ti. Les afecta a ellos. Así que no tiene sentido que te enfades tú.

b)      ¿Tiene solución?: Un problema es algo que se tiene que resolver. Si se puede resolver, hay que ponerse a ello y ya está. Si no se puede resolver, no es un problema. Es verdad que tocará sufrir las consecuencias pero tampoco se puedes hacer nada así que no te sirve de nada amargarte.

c)       Y si pasa, ¿Qué importa?: Vale, es una cosa que te afecta y no tiene solución. El siguiente paso es preguntarte cuales son las consecuencias reales. ¿Se va a acabar el mundo? ¿Vas a incurrir en una paradoja espacio-temporal que cree un agujero negro en el tejido de la realidad? Si no es así y tampoco es una cosa “muy grave” (como suele pasar habitualmente), date cuenta de ello y no te preocupes más de lo necesario.

Como siempre, es más fácil decirlo que hacerlo, pero si lo consigues cuéntame que tal te ha ido.